El tiempo pasó en Pueblo Paleta, y de pronto habían transcurrido tres años. En ese tiempo, los jóvenes del pueblo se habían vuelto muy enérgicos.
—¡Vuelve aquí, Ash, devuélvemela! —gritaba un pequeño Gary de tres años y cuatro meses mientras corría torpemente detrás de Ash.
—¡No te la voy a devolver! —respondió un energético Ash, de la misma edad, sacándole la lengua a Gary mientras huía a toda velocidad por Pueblo Paleta.
Todo esto había comenzado debido a los celos de un niño pequeño como lo era Ash. Su hermano mayor, Nova, le había regalado una Poké Ball vacía a Gary después de que este se lo pidiera como regalo. Nova, siendo el hermano cariñoso que era, no pudo negarse y se la entregó sin dudarlo. Lo que no sabía era que Gary presumiría la Poké Ball ante Ash durante varios días. Esto molestó tanto a Ash que decidió arrebatarle la Poké Ball a su amigo/hermano, desencadenando la persecución.
Ash corría por las calles algo transitadas de Pueblo Paleta, lo que dificultaba que pudiera maniobrar con facilidad y perder de vista a Gary. En un intento de esquivar a un transeúnte, casi chocó contra una mujer que caminaba tranquilamente. Sin embargo, a pocos centímetros del impacto, logró girar justo a tiempo, pasando apenas rozándola, aunque tropezó en el proceso. Esto permitió que Gary se acercara aún más, casi alcanzándolo.
—¡Tengan cuidado, mocosos! —gritó la mujer con fastidio antes de soltar un suspiro. Esta escena ya era común entre los ciudadanos de Pueblo Paleta: Ash y Gary se molestaban mutuamente, uno de los dos huía, el otro lo perseguía por cualquier motivo y, al final, Nova los detenía para calmarlos.
Tal como se esperaba, cuando Gary estaba a punto de lanzarse sobre Ash para recuperar su Poké Ball, dos manos firmes los sujetaron a ambos por sus camisetas, deteniéndolos en seco. Los niños alzaron la vista y se encontraron con un apuesto niño de tez clara y cabello verde. En cuanto lo reconocieron, la ira se desvaneció de sus rostros, y en su lugar apareció una sonrisa mientras se abalanzaban sobre él para abrazarlo.
—¡Hermano! —sollozó Gary, moqueando por la nariz—. Ash… snif, snif… ¡Me robó la Poké Ball que tú me regalaste!
Nova dirigió una mirada inquisitiva a Ash, quien bajó la cabeza con algo de vergüenza.
—No es mi culpa, hermano. Fue culpa suya por ser tan despistado y dejarla en cualquier lado. No sabía que era suya, así que me la quedé —intentó excusarse Ash.
Las palabras de Ash solo lograron irritar aún más a Gary, quien estaba a punto de iniciar otra discusión. Sin embargo, Nova puso una mano sobre las cabezas de ambos y les revolvió el cabello con cariño.
—Deténganse los dos —ordenó con voz calmada. Cuando vio que ambos le prestaban atención, asintió y continuó—. No deberían pelearse por una simple Poké Ball. Son hermanos, y los hermanos deben cuidarse mutuamente. Además, Ash, robar está mal. Devuélvele la Poké Ball a Gary.
—Pero… —intentó objetar Ash.
—Ash —interrumpió Nova con tono firme.
El niño suspiró y, con resignación, asintió.
—Toma, Gary —dijo entregándole la Poké Ball.
Al recibirla, Gary dejó de sollozar y su rostro se iluminó con una sonrisa de oreja a oreja.
—Bien hecho, Ash. Nadie tiene derecho a quitarle la felicidad a otro. Y como ahora te he quitado la tuya al devolverle la Poké Ball a Gary, aquí tienes esto como regalo. De todas formas, pensaba dártelo hoy.
Nova sacó una Poké Ball idéntica a la de Gary de su bolsillo y se la mostró a Ash. En cuanto la vio, los ojos del niño brillaron con emoción.
—¡Muchas gracias, hermano! —gritó Ash, abalanzándose sobre Nova, quien lo recibió con gusto.
Después de separarse, Nova se despidió de los dos niños y se dirigió al laboratorio del Profesor Oak, ansioso por la investigación del día.
Durante esos tres años habían ocurrido muchas cosas.
La primera fue la despedida de Norman, quien emprendió un viaje decidido a encontrar a Mew a toda costa. Esto entristeció a Delia, pero lo aceptó rápidamente, pues entendía que en el mundo Pokémon estas cosas sucedían con frecuencia, por más extraño que sonara.
La segunda fue la creciente necesidad de conocimiento de Nova. A su corta edad, comenzó a ayudar al Profesor Oak en sus investigaciones, que no representaban ningún peligro y estaban dentro de sus capacidades. Entre estas, una de las que más le interesó fue la alimentación de los Pokémon. Nova comprendió la importancia de la nutrición en el entrenamiento y decidió aprender todo lo posible sobre el tema. Con la ayuda del Profesor Oak, no le resultó difícil estudiar los diferentes tipos de alimento y descubrir cuáles eran los mejores para cada especie. Con el tiempo, Nova se convirtió en un cocinero bastante competente, aunque aún tenía mucho por mejorar.
Ese día en particular, el Profesor Oak le había dicho que investigarían los Pokémon de tipo Psíquico y el origen de sus poderes, lo que emocionó a Nova. Sabía que habilidades como la telequinesis y otras técnicas mentales existían en los humanos de este mundo, siempre que tuvieran el talento necesario. Él confiaba en que lo tenía.
Al llegar al laboratorio, entró sin llamar a la puerta y se encontró con una escena curiosa: el Profesor Oak estaba siendo electrocutado por un Pikachu.
—Hoo-la… —dijo el profesor con dificultad mientras lograba separarse del Pokémon.
Nova observó al Pikachu, quien, con un simple asentimiento, se alejó y trajo una silla para Oak. El profesor le sonrió con gratitud y se dejó caer en el asiento, tomándose un momento para relajarse.
—Y bien, abuelo, ¿qué investigación nos toca hoy? —preguntó Nova con entusiasmo.
Oak sacó un pequeño dispositivo de su bata de laboratorio, que encendió un proyector y apagó las luces del laboratorio.
—Hoy investigaremos las energías psíquicas y sus funciones —anunció el profesor, cambiando la diapositiva. Aparecieron imágenes y textos en la pantalla mientras continuaba su explicación—. La energía psíquica es una forma de poder mental o espiritual utilizada principalmente por los Pokémon de tipo Psíquico. Se trata de una fuerza mística que permite a ciertos Pokémon y entrenadores realizar acciones sobrenaturales como levitación, telequinesis y comunicación telepática.
Nova asintió, asimilando la información mientras Oak proseguía:
—Varios Pokémon, como Abra y su línea evolutiva, utilizan esta energía para distintas funciones, como atacar, huir y comunicarse. A lo largo de la historia, ha habido casos en los que un entrenador ha logrado conectar tan profundamente con su Pokémon que este se vuelve mucho más fuerte en comparación con los demás. En resumen, la energía psíquica es una fuerza poderosa que trasciende los ataques físicos. No solo permite poderes como la telepatía y la levitación, sino que también está ligada al conocimiento, la mente y la espiritualidad. Además, los humanos pueden entrenarla hasta cierto punto.
—¿Y qué pasaría si un Pokémon que no es de tipo Psíquico se sometiera a un entrenamiento de meditación y ejercicios mentales? —preguntó Nova, intrigado.
Oak se quedó pensativo antes de responder:
—En términos generales, fortalecería su vínculo con su entrenador y mejoraría su concentración y tiempo de reacción a las órdenes.
Nova asintió, reflexionando. Luego, mirando la pantalla, preguntó:
—¿Y dónde podría aprender a controlar esta energía, abuelo?
Oak lo miró sorprendido, aunque en el fondo lo esperaba. Conociendo a su nieto, había anticipado esa pregunta y se había preparado para responderle.
—En Ciudad Azafrán. Su gimnasio Pokémon se especializa en el tipo Psíquico, y he escuchado que ofrecen clases sobre cómo usar este poder.
—¿Y me dejarías ir? —preguntó Nova con una sonrisa tímida.
El profesor suspiró.
—Está bien. Hablaré con el líder del gimnasio para que te acepte como discípulo por un tiempo.
—¡Gracias, abuelo! —exclamó Nova, abrazándolo con fuerza.
Al día siguiente, Nova ya estaba en camino a Ciudad Azafrán, rumbo a su próximo entrenamiento.