Nova, al llegar a Ciudad Azafrán, lo primero que hizo fue buscar indicaciones para llegar al gimnasio Pokémon. Tenía muchas prioridades y quería cumplirlas antes de un límite de dos años.
Nova fue preguntando por las calles, hasta que una amable mujer respondió sus preguntas.
—Ven, te guiaré al gimnasio —dijo la mujer.
Era bastante alta, joven y de tez algo pálida. Su peinado era distintivo: cabello liso, castaño rojizo, suelto, con mechones más largos a los lados del rostro que enmarcaban su cara.
Nova asintió. Creía haber visto a aquella mujer en alguna parte, pero en ese momento no lograba recordar de dónde.
Ella lo guió por toda Ciudad Azafrán hasta llegar al gimnasio Pokémon. Al llegar a la puerta, Nova le agradeció.
—¡Muchas gracias, señora! —dijo, inclinándose en señal de respeto.
—¡Ay, no hace falta que te inclines, pequeño! ¡No ha sido nada! —respondió la mujer, intentando detenerlo—. Además, ahora que lo pienso, ¿para qué has venido al gimnasio de Ciudad Azafrán? ¿No eres muy joven para ser entrenador Pokémon?
Aunque Nova aparentaba tener uno o dos años más, seguía pareciendo un niño de siete años, demasiado joven para iniciar una travesía por las ligas Pokémon.
—No he venido a desafiar al líder de gimnasio —respondió Nova, rascándose la cabeza—. He venido para desbloquear mis poderes psíquicos, por recomendación del profesor Oak.
Los ojos de aquella mujer se abrieron de par en par.
—¡Así que tú eres el niño que venía a buscar a mi marido!
Nova quedó confundido, hasta que una bombilla imaginaria apareció sobre su cabeza.
"¡Es la madre de Sabrina!" —pensó, reconociéndola finalmente por sus escasas apariciones en la serie animada.
—¡Venga, entremos, que mi marido te está esperando! —exclamó la mujer. Nova asintió y la siguió al interior del gimnasio, aunque estaba algo confuso.
"Esto no tiene mucho sentido. El gimnasio de Ciudad Azafrán fue creado por Sabrina tras derrotar al antiguo líder de un dojo karate, y en ese punto su madre debería estar convertida en muñeca... y su padre no debería estar en el gimnasio. Entonces, ¿cómo puede ser que su supuesta madre esté caminando delante de mí?"
Nova seguía caminando por los pasillos del gimnasio sin prestar mucha atención a su alrededor, ocupado con sus pensamientos.
"Tengo dos teorías: la primera, que el padre de Sabrina logró derrotarla porque ella no desarrolló del todo sus poderes; o la segunda, que Sabrina nunca tuvo esa necesidad de volverse más fuerte y vivió una infancia normal. Ambas hipótesis son posibles, y pronto lo iba a averiguar."
Ya más concentrado, Nova se fijó en que habían llegado a una puerta considerablemente más grande que una normal. La madre de Sabrina tomó el pomo y la abrió lentamente, con un dramatismo que hizo a Nova pensar que estaba en una escena de película de terror.
La puerta finalmente se abrió, y Nova, que rara vez mostraba emociones, no pudo evitar que se le desencajara la mandíbula por la sorpresa.
—¡Mamá, ya estás de vuelta! —gritó una joven de cabello verde oscuro. Llevaba un suéter rojo, pantalones negros y botas verde menta. Era Sabrina... pero de niña.
"Espera... espera... ¿Qué está pasando aquí?" —pensó Nova al ver a madre e hija abrazarse.
Detrás de ellas, un hombre de cabello oscuro azulado las observaba con una sonrisa. Era el padre de Sabrina. Tras el abrazo, se dirigió al niño que estaba detrás de su esposa.
—María, ¿quién es ese niño que trajiste al gimnasio? —preguntó con curiosidad.
María soltó a su hija y empujó ligeramente a Nova hacia adelante.
—Cariño, este es el niño que el profesor Oak nos envió para enseñarle sobre la energía psíquica.
Los ojos del hombre se abrieron con sorpresa al ver que Nova tenía apenas un poco menos de edad que su hija, aunque también notó algo extraño en él.
—Está bien... veo que tienes potencial —dijo, dirigiendo la mirada a su hija, que observaba a Nova con asombro.
No era por celos, sino porque Sabrina era muy sensible a las energías psíquicas, y eso la ponía alerta.
—Mmm... acércate, muchacho.
Nova se acercó, y el hombre colocó su mano sobre su cabeza, cerrando los ojos. Todos quedaron en silencio, atentos.
El tiempo pasó lentamente hasta que el padre de Sabrina retiró la mano y abrió los ojos.
—Está bien, chico. Puedes ser mi discípulo.
Nova se sorprendió. "¿Así sin más?" —pensó, pero esbozó una pequeña sonrisa.
—María, por favor, guíalo a la habitación que le tenemos preparada. Mientras tanto, hablaré con Sabrina.
María asintió y colocó su mano detrás de la espalda de Nova, guiándolo con amabilidad mientras le hacía preguntas como "¿Qué te gustaría cenar esta noche?"
Al salir, y cerrarse la puerta, Marcos (ahora así lo llamaremos para evitar repetir "el padre de Sabrina") se volvió hacia su hija, que seguía mirando la puerta. Sus ojos temblaban de asombro.
—Y bien, Sabrina, ¿qué opinas?
Sabrina salió de su trance y lo miró.
—Es un monstruo en términos de energía psíquica y poder mental. Lo noté con solo observarlo.
Marcos también miró la puerta por la que se habían marchado.
—Es verdad. En cierta parte, me recuerda a ti... pero hay algo más. Algo bloquea la percepción total de su energía... una fuerza que jamás había sentido antes —pensó.
Suspiró y decidió dejar de darle vueltas al asunto. Colocando una mano sobre el hombro de su hija, ambos se teletransportaron.
Aunque Marcos decidió no pensar más en ello, Sabrina no podía quitarse a Nova de la mente. Un brillo de interés apareció en sus ojos... uno que no se apagaría fácilmente.